jueves, 29 de diciembre de 2011

Bolero Suicida

Han dejado de sonar las cuerdas metálicas sobre tu composición, ya no se oye el retumbar de los vitrales, no necesito más tu estridente cantar pues llego el momento de partir desde el viento y abordar la naturalidad de tu madera.

Mil voces te dictan en versos su alternativo humor, pero que ha de importarte si no los haz de escuchar, si no suenan más nuestros besos, esos que deseaste, que conseguiste y con garbo despreciaste. Locura de verano, de consiguiente otoño que perduraría en mí durante el invierno y que dejaste marchitar en primavera.

Usas la religión para resguardar tu mentira, tu mejor momento, tu agraciada soledad, tu desgraciada compañía. Que tan fuerte es tu palabra que me deja olvidar cada lugar en el que utilizaste mi ingenuidad para partir y ser feliz del otro lado de la ciudad, tan cerca del mar.

Vuelves sobre tus pasos colmados en embriagues, astuta, aún más que la última vez y obnubilado por tus labios carmesí, que luego de un hipócrita beso, me recitan una vez más tu mentira, la canción nocturna que cante tras cada ocaso, notas asesinas que no olvidaré.

Al menos no mientas, no manches más mi vida, deja de hacer de mis cicatrices tu manera más divertida de manejar tus dedos.

Hasta hoy canto nuestro bolero, sus notas suicidas marcaron el paso hasta el final del camino, hoy se ahogaran en el fondo de las cataratas de alcohol que conjuraste para mi vida. La mejor manera de no saber si fuiste mi realidad o tan solo otra mentira.

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